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Navidad en Puerto Rico: Promesa de Reyes de la familia Rivera

5/1/2014

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Por: Julia Cristina Ortiz Lugo
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La tradición de Los Reyes Magos es una costumbre viva, vivísima en mi país. No hay Santa Claus, no hay "viernes negro", no hay asimilistas que hayan podido con ella. Para más decir, cada año es más fuerte. Se han revivido festejos que, por ejemplo, de niña no viví, y que hoy día son materia de toda la nación. Los comerciantes atestiguan año tras año que es tan fuerte, que venden más juguetes en ese periodo que en ningún otro en la Navidad.  Los artesanos y artesanas de nuestro país han hecho todo lo que han podido para mantener viva esa imagen y ¡vaya que lo han logrado! La imagen de los Santos Reyes aparece en maracas, en cuadros, en pirograbados, en carteras, los pintan en plumas de aves, cajitas de fósforos, los hacen de granitos de arroz, por supuesto en barro y cerámica y los hay de todos precios y facturas.  Mención aparte merecen los santeros y santeras que han creado, de los Reyes Magos, hermosas y expresivas tallas.

Es una festividad cultural, pero también es una festividad religiosa y es bastante difícil separar una cosa de la otra. Muchas familias de nuestro país tienen deudas piadosas con los Reyes Magos. Les piden favores, los agradecen “pagando promesa” y muchas de esas familias quedan “atadas”, dulce y sagradamente con la promesa generación tras generación. Tal es el caso de la familia Rivera en el Barrio Quebrada Larga de Añasco.  Aunque sé que muchas familias en Puerto Rico tienen este compromiso también, conozco el de esta familia. Desde la casa original de la promesa, que lleva tres generaciones, salen dos hermosas tradiciones: una parranda el día primero de enero por todo el barrio rural visitando, a son de aguinaldo,  casa por casa, más de cincuenta;  y el día 5 de enero que se paga la promesa de los ancestros,  don Juan y doña María.  La familia conserva intacta la casa donde se celebraba originalmente, así como la urna de los Reyes y el nacimiento.

Tal como se celebra esta tradición, se reúnen en la casa a las ocho de la noche y entre ocho y diez se cantan aguinaldos sin parar. Todos los aguinaldos giran en torno del tema de la Epifanía y del nacimiento del Niño Jesús.  Es una verdadera jornada de oración y reflexión sencilla y espontánea. Una de las cosas que más me estremece año tras año es el compromiso, la seriedad, la religiosidad y la entrega de esta familia. Igualmente, es maravilloso ver cómo toda la familia la lleva, cada cual hace su parte y quienes vamos año tras año podemos ver el fenómeno de la transmisión oral en su máximo esplendor. Hemos visto a niños convertirse en jóvenes y empezar a dar sus primeros pasos en el mundo de la música, por ejemplo, con la tambora,  e ir subiendo y subiendo hasta llegar a la sinfonía de mano o el acordeón , que son los instrumentos más complejos e importantes del acompañamiento.  Es hermoso ver compuesto el equipo musical, por gente de todas las edades, jóvenes, adultos jóvenes, maduros, y súper adultos (como dice Antonio Martorell).  Impresiona también que parte de la tradición es conservar los roles y en eso la tradición es bastante inflexible: las mujeres a la cocina o al coro, aunque ya ¡por fin!, despunta una joven guitarrista y se ha abierto, por sus fueros, una maraquera que es infaltable; los hombres a andar por el barrio, a hacerse cargo de la música y a versar sin parar. Una mujer también se hace cargo del orden de las visitas, de las cantidades de aguinaldos que se cantan en cada casa ( dependiendo del encargo de cada familia) y de recoger el “aguinaldo” (así también se le conoce al donativo que las familias dan porque se les canten aguinaldos en la puerta de su casa).

Naturalmente que parte esencial de esta celebración del cinco es la comida. Por eso, el ámbito de la cocina es tan importante como la sala donde están la urna y los cánticos. Las mujeres agasajan con entremeses, la bebida, el infaltable anís para la garganta y el asopao (una sopa suculenta que tiene arroz y gandules [un grano] o arroz y pollo). Igualmente, el día de la parranda nos alimentan a los y las parranderas(os) con arroz con gandules guisados y pollo en fricasé, lo que constituye la proteína que nos mantendrá en pie a lo largo de una jornada de más de 12 horas por “casitas de la montaña”. De igual manera, acogen a la vuelta con otro asopao que devuelve el ánimo a quienes resistieron desde las 11:30 am hasta la 1:00 am,  que es lo que dura el trayecto del día primero. En ambas tradiciones sobresale la hospitalidad, la amistad y la familiaridad. Tanto el primero como el día cinco, come toda persona que llega.  Y casi siempre quien va por primera vez, la próxima vez que vuelve, regresa con invitados adicionales a quienes presentar el tesoro cultural que se ha encontrado.

El 5, luego de la primera parte de los aguinaldos en serie, se detienen a las 10:00 pm y se les da paso a los y las rezadoras/es del rosario cantado. Es un grupo de fieles personas que mantienen esa tradición del rosario de Reyes, que, en este caso en particular (como en otros, pero no en todas las promesas) es parte esencial y sagrada de la tradición de la familia Rivera. Una vez terminado el rosario se celebra en grande que la promesa se ha cumplido otro año más.  Amanece el 6 con el deber cumplido y con el éxtasis que produce un rato tan prolongado de cánticos y alabanzas a los Tres Magos de Oriente, con un acoplamiento que se va perfeccionando a lo largo de la noche.  Versadores/as, músicos/as y público participante se unen en un frenesí hermoso y sagrado que es propio de la dinámica del folclor colectivo.

Como dato curioso e importante para quienes no son de Puerto Rico, en mi Isla, el rey negro es Melchor, no Baltasar. Y el antropólogo y artesano Ramón López nos ha explicado así el gran afecto que guardamos los y las puertorriqueñas a Melchor: “ Hay un cariño especial para Melchor que los puertorriqueños expresan con facilidad. Cientos de veces, en conferencias, talleres y ferias, he tenido la oportunidad de preguntarle a una audiencia cuál es el Rey Mago que más quieren los boricuas y la respuesta siempre es la misma: Melchor, el negro, o mejor aún, el negrito Melchor. El traspaso del cariño a la negritud, esa manera nuestra de luchar contra el racismo colonial que nos imponen los extranjeros y que también hemos asimilado, es una respuesta cotidiana que expresa una solidaridad. Ese gran día 6 de enero resistió hasta el aplastante desprecio de los invasores norteamericanos que pretendieron convertirlo de fiesta nacional a común día laboral-escolar. El rechazo popular a esta medida de represión cultural fue claro y firme.” [1]

En Puerto Rico somos muy afortunados en conservar esta tradición. Hasta quienes no son devotos religiosos sienten y practican una hermosa relación, afecto y devoción por las figuras de Gaspar, Melchor y Baltasar. Seguramente será por eso que les hemos encargado la excarcelación de Oscar López Rivera, nuestro preso político. Ayer estuvimos en el pueblo de San Sebastián, su cuna, poniendo con unción y veneración su excarcelación ante la luz brillante de los Reyes Magos. Quedamos confiados en que presentarán nuestra causa al Niño Mesías. Quedamos confiados en que Oscar, que para mayor gracia, nació un día de Reyes, verá, por la intercesión de los Magos,  convertirse la oscuridad de la celda que hoy ocupa,  en la claridad del mediodía.

Compartimos con ustedes algunos de los versos que se improvisan en esta promesa: 

"Le dice María a los Reyes Magos: 
'el Niñito duerme
pasen con cuidado.'" 

"Siguiendo la estrella
un gran resplandor
vienen a adorar 
al Hijo de Dios."

"Un ángel bajó del cielo
y a la Virgen saludó
dijo: 'No temas María
que tú eres la escogida
para ser Madre de Dios.'"

"Eran cuatro reyes, 
que a Belén llegaron,
uno se extravió, 
pero tres llegaron." 

[1] “Crónica de Melchor. El único negro que siguió siendo rey.” Leer para escribir. Antología para practicar los procesos de lectura y escritura. Elsa R. Arroyo Vázquez y Julia Cristina Ortiz Lugo. San Juan: Plaza Mayor, 2013, p. 138.


1 Comment
Lillian Jiménez
17/1/2015 11:18:43 pm

Hermosa tradición de Fe y alegría. Estampas vivas de nuestra tierra borincana. Una pena que las bebidas embriagantes empañen la fiesta Divina.

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