Miradero
  • Principio
  • Contactos
  • ¿Quiénes somos?
    • Manifiesto
  • Números
    • Número nuevo
    • Números anteriores
  • Recursos y enlaces
    • Enlaces
    • Multimedios >
      • Audios
      • Videos
  • Blog
  • Guías para someter artículos

Una celebración iluminadora

29/8/2015

0 Comments

 
Por: Julia Cristina Ortiz Lugo
Picture
Foto de: Sandra Vega Ramírez
Por primera vez a nuestra revista se le ocurrió celebrar el Día internacional del Folclor. Esta es una conmemoración que se hace el día 22 de agosto: fecha en que se recuerda la ocasión en que William Thoms, el escritor, bibliotecario y anticuario inglés, en 1846, acuñó el término y lo usó por primera vez en una carta dirigida a la revista de literatura, ciencias y bellas artes, El Ateneo.  Thoms estaba preocupado por la desaparición de las tradiciones a causa de la tecnología. No solo lo usó, sino que lo definió en su etimología: Folk- Lore, el saber del pueblo. Dándose esta preocupación en el contexto del Romanticismo, no es de extrañar que hiciera énfasis en las tradiciones que temía que se perdieran y que el nacimiento del término estuviera asociado al pasado, a las manifestaciones de lo que se consideraba “el pueblo” y fuertemente marcado por la nostalgia de tiempos idos, de saberes “puros” e idealizados de campesinos y ruralía sobre todo.

Nuestra revista, desde su Manifiesto, ha trabajado por atemperar esa definición y sacar el término de la caja de la nostalgia por los tiempos idos y de los esencialismos de la “identidad” puertorriqueña. Hemos hablado sobre eso en distintos foros, aunque somos conscientes de lo difícil que es encontrar materiales puertorriqueños que rebasen esa visión. Mantenernos como un foro en español hace esa labor más ardua, porque la visión más generalizada del foclor en Hispanoamérica, parece navegar por las mismas aguas. Justo parece decir que quienes, al parecer,  más han explorado los conceptos y materiales del folclor digital, por ejemplo, del folclor contemporáneo,  es la investigación y la Academia estadounidenses. Precisamente uno de nuestros empeños es abrir esa discusión en nuestro foro, aunque no ha sido nada fácil. Esa es la explicación del contenido más o menos conservador de nuestra revista.

Al elegir participar de la conmemoración que decidieron nombrar en 1960 l@s participantes  del Primer Festival Internacional de Folklore auspiciado por la UNESCO, Miradero optó por hacer una decisión consciente, pero arriesgada: insertarse en una celebración muy tradicional con ánimo de educar sobre la presencia e importancia del foclor, pero, a la misma vez tener un espacio para reflexionar sobre esas otras definiciones y acercamientos a las manifestaciones folclóricas. Quisimos reunirnos para reflexionar sobre tradiciones (en el sentido del proceso de entregarlas unas a los otros) más inclusivas, y en ausencia de investigaciones con materiales contemporáneos y representativos del folclor que producen los nuevos grupos de puertorriqueñɷs, aquellas que si bien ya no están vivas, representaron medios para resistir, subvertir, presenciar, valorar, autoafirmar. Eso abre espacio a que conozcamos otras voces que fueron parte de un Puerto Rico que tenía otras cosas que decir. No es justo que conozcamos siempre las mismas; que reproduzcamos lo que en nuestra vida ciudadana: siempre hablan los mismos y siempre lo mismo. Esa es nuestra tragedia nacional.

Elliot Oring en su introducción al libro Just Folklore (2012) nos previene de que la definición de Alan Dundes sobre el foclor como  “cualquier grupo”, no ha calado más allá de quienes estudian el folclor (xvi).  En su mayoría, las personas siguen cristalizando las manifestaciones folclóricas en el pasado, y en tiempos de mucha inestabilidad y confusión como el nuestro el folclor se ha usado para “revivir” tradiciones que nos conecten con un pasado, que nos llenen los espacios vacíos que provocan los remezones de la realidad que vivimos donde nada parece seguro ni duradero. Es así, entonces, como se pueden usar las tradiciones para convocar sentido de pertenencia (Oring, 234-237). Y tenemos ejemplos en la historia ajena y en la nuestra[1] de cómo el folclor se ha usado para construir identidades atadas a determinados proyectos políticos.  No hay duda de que el folclor también se ha usado para traspasar concepciones racistas, sexistas y prejuiciadas que han hecho mucho daño. Desde ese espectro, el folclor responde muchas veces a planteamientos hegemónicos. Ése, naturalmente es el enfoque que no queremos alimentar.  Y ésa es la razón por la que nuestra disciplina se ha visto marginada, ninguneada y ostracizada en la Academia. En la investigación estadounidense es una polémica ampliamente documentada.[2]

El 22 de agosto de 2015, con un micrófono en mano, entendí a plenitud qué difícil es arrancar los mitos de raíz. Y más arduo todavía hablar de formas viejas con palabras diferentes. En todo el mundo y hace tiempo se ha dado una revitalización de la narración oral. Esta práctica es amplia y diversa y lo mismo se usa para mostrar las tradiciones orales de los países (lo que es perfectamente válido, no para inventar una tradición sino para reconocer, como he dicho, otras voces menos reconocidas en la historia de un país) que para darle rienda suelta a la creatividad de quienes escriben lo que cuentan. No todo el pasado es una reliquia digna de engavetarse y olvidarse. Porque el pasado también sirve para enseñar lo que no debemos repetir y aun para hacernos reflexionar sobre otras maneras más dignas, más eficientes, y que dejen menos huella depredadora en nuestra humanidad. Aunque, naturalmente que ese es otro tema de conversación, para dar un ejemplo puedo mencionar las vibrantes maneras en que muchas personas han reinventado saberes ancestrales en cuanto al contacto con la tierra y sus lecciones. Es por esta razón que desde el espacio de Miradero le hemos dado cariño y visibilidad a la práctica de los cuentacuentos. Contar cuentos es una actividad extendida que muchas disciplinas han reenfocado y de hecho, como pasa siempre que algo ofrece posibilidades, ya el mercado le ha puesto el ojo[3], por lo que seguramente habrá que luchar críticamente en contra de esa apropiación con doble agenda. Por las razones anteriores y porque contamos con el privilegio de gozar de la generosidad de Tere y Sergio Marichal, la primera parte de nuestra actividad contó con tres contadores. Se contaron cuentos de la tradición oral, pero  desconocidos: Juan Bobo, no del repertorio de canónicos, la tradición de las brujas puertorriqueñas de la investigación de Teodoro Vidal que muy poca gente no especializada conoce y un cuento del Compay Conejo, de la tradición afropuertorriqueña ampliamente desconocida en nuestro país y que habla de maneras de enfrentar el desbalance.

La plaza estaba repleta, como pocas veces la había visto en una actividad nuestra que cuenta con el auspicio siempre fiel, comprometido y solidario del Kiosko de Dulces Típicos. Como parte de lo que posteriormente se convirtió en la primera parte de la celebración, la maestra y bailarina Gilda Hernández San Miguel, propuso una charla demostrativa sobre los bailes puertorriqueños “utilizando el lenguaje corporal.” La participación de Nadya Serra, bailarina experimentada, fue una refrescante sorpresa de los moldes viejos representados en formas nuevas. Esa colaboración fue mesurada, hermosa y breve.

Al mirar hacia lo que allí ocurrió después de la participación de madre e hija entiendo que la fuerza de los materiales tradicionales (en el sentido de lo antiguo) fue apoderándose poco a poco de la celebración… En ese sentido, una narrativa inesperada y creada por Hernández San Miguel (un encuentro con un personaje que ella denominó “el espíritu del folclor”) al parecer convocó, como en una sesión espiritista, un encuentro con el “canon” del folclor.

Y en lugar del espíritu del folclor (que bien podía entenderse afirmativamente, no como un ánima en pena, sino como luz, energía y conocimiento) se nos presentó el “fantasma” que es el folclor esencialista, congelado en el tiempo y en la memoria del colectivo puertorriqueño gracias a las instituciones,  que nuestra revista no desea perpetuar. Se encarnó en un colectivo de jóvenes. Veamos. Tod@s sabemos de la proliferación de estampas y escuelas de bomba y plena en nuestro país. Hemos visto el apoyo amplio de alcaldes, alcaldesas, maestr@s, Departamento de Turismo y demás. No hay nada malo en que la juventud puertorriqueña aprenda las artes del pasado, las expresividades que un día fueron representativas de diversos sectores (grupos) de la población. No hay nada malo,  y por el contrario,  es muy loable que gente joven entregue su tiempo, su esfuerzo y su compromiso a enseñar a jóvenes disciplina, emociones, patrones a través de géneros folclóricos puertorriqueños. De hecho, en su momento esos bailes fueron manifestaciones de rebeldía, de validación, de pertenencia y de voces alternativas; cosa que las escuelas de bomba y plena no parecen comentar lo suficiente entre sus alumn@s. En muchas ocasiones veo jóvenes bailar esos ritmos como si fueran ritmos de salón a los que se les ha higienizado, a los que se les ha quitado su impronta de comunicación con fines rituales, políticos y liberadores. Para colmo de males ha triunfado la noción del espectáculo grandilocuente y planificadamente emocional, lo cual elimina toda posibilidad de relacionar lo que producen con el folclor.  ¿Cuál es nuestra meta, bailar para el turista? ¿bailar para las fotos? ¿bailar para que se nos “paren los pelos” cuando se despliega una bandera de Puerto Rico como fin de fiesta? Es el fenómeno de las “noches puertorriqueñas” de nuestras escuelas. Las mismas que se han prestado para limitar la historia de Puerto Rico a la sección de los indios y a glorificar lo que nos pasó después del 98. Las mismas que se han echado sobre sus hombros la empresa colonizada de sustituir nuestra lengua materna entre su alumnado y las mismas que domestican y neutralizan con sus currículos. Esto no tiene nada que ver, en serio, con un pueblo que conoce y entiende su folclor.

Lamentablemente todo este revolú está en nuestra piel. Sacamos la bomba y la plena siempre que hay espectáculo, revivimos los tipos de antaño, los cuadros costumbristas porque es “la noche puertorriqueña”, la noche en que nos construimos como “puertorriqueñɷs.” No, Miradero no puede ser parte  de eso. Miradero es un vehículo de encuentro, de reflexión y de educación. Nuestra conmemoración del 22 de agosto no era la celebración de una “noche puertorriqueña”, no era el montaje de un espectáculo “para pelos.” Si bien es cierto que el pasado no se puede dejar atrás en casi ningún aspecto de la realidad y que hay una tensión inevitable entre pasado y presente, también es cierto que cada día creamos nuevas expresividades, que para muchos sectores de nuestra población ser puertorriqueñɷ no es bailar bomba y plena y que es hora de que atendamos a las nuevas formas de conectarnos, de relacionarnos, de conocer. Quién sabe si esta vez esas manifestaciones sean más fructíferas que las del pasado, quién sabe si esta vez al no estar al amparo de las Instituciones ni cooptadas por el espectáculo o el turismo puedan traernos lo que el folclor puede conseguir: inclusividad, acogimiento, democracia y  comunalidad. Y si, por el contrario, se nos repite la historia, que, al menos, tengamos la lucidez para notarlo y criticarlo.

[1] Para ejemplos y discusión de este tema lea Sponsored Identities. Cultural Politics in Puerto Rico de Arlene M. Dávila, específicamente las páginas 60-94.

[2] Véase entre otros: Oring, Eliot. (2012). Just Folklore, especialmente los capítulos “Missing Theory” p. 284 y “Anti Anti- Folklore”, p. 306; Kirshenblatt-Gimblet, Barbara ”Mistaken Dichotomies.” (1988) Journal of American Folklore101 (400) 140-155; Bendix, Regina (1998) “Of Names, Professional Identities, and Disciplinary Futures.” Journal of American Folklore 111 (441) 235-246.


[3] Para acercarse al concepto paree en un buscador las palabras content marketing y storytelling. 


0 Comments



Leave a Reply.

    Miradero

    Estén pendientes a esta sección para anuncios, noticias y cosas interesantes que compartamos con nuestros/as seguidores/as.

    Raúl J. Feliciano Ortiz, Ph.D. se encarga del blog. Todas las entradas son escritas por él a menos de que el texto diga lo contrario. 

    Picture

    Archivos

    December 2020
    November 2020
    June 2020
    May 2020
    April 2020
    May 2019
    April 2019
    March 2019
    January 2019
    April 2018
    November 2017
    August 2017
    June 2017
    February 2017
    November 2016
    August 2016
    October 2015
    August 2015
    July 2015
    June 2015
    May 2015
    April 2015
    February 2015
    January 2015
    December 2014
    November 2014
    October 2014
    September 2014
    August 2014
    July 2014
    June 2014
    May 2014
    April 2014
    March 2014
    February 2014
    January 2014
    December 2013
    November 2013
    October 2013
    September 2013
    August 2013
    July 2013
    June 2013

    Categories

    All
    Artesanía
    Artesanía
    Carnaval
    Comunicados
    Cuentos
    Educación
    Festivales
    Gastronomía
    Música
    Música
    Naturaleza
    Tradiciones Centenarias
    Tradición Oral
    Tradición Oral

    RSS Feed

Powered by Create your own unique website with customizable templates.
  • Principio
  • Contactos
  • ¿Quiénes somos?
    • Manifiesto
  • Números
    • Número nuevo
    • Números anteriores
  • Recursos y enlaces
    • Enlaces
    • Multimedios >
      • Audios
      • Videos
  • Blog
  • Guías para someter artículos