Escrito por la Dra. Julia Cristina Ortiz Lugo para la presentación del libro "Chanda Candela te cuenta Compay Araña y las habichuelas" el 2 de mayo del 2015. Acabo de cumplir mi sueño de visitar La Habana antes de que se miamice. Y lo cumplí participando en un festival de narración oral en compañía de Tere y Sergio Marichal y de un querido amigo marielito que presentó en concertada casualidad la primera antología de poesía gay en Cuba. Así es que no han sido pocas mis bendiciones en ese viaje. La Habana es una ciudad hermosa, disímil, envidiable y difícil. Nada me impresionó más que un lugar donde el arte se venera. Para mí, que vengo de un país donde el arte no sólo se ningunea, sino que desde todas sus instituciones se toman medidas dirigidas a desaparecerlo, esos días en La Habana me dejaron en un estado de alucinante envidia, “perpleja en la mendicidad” para citar una imagen de un poema predilecto. Desde ballet clásico cubano, pasando por folclórico chileno, teatro de crítica, foros y presentaciones de libros, hasta cuentos para niños en el teatro infantil más coqueto que haya visto, de todo, de todo disfruté noche tras noche (y no hablo de las actividades del Festival, que ¡ésa es historia aparte!). La Habana derrotó la relación entre recursos económicos y desarrollo cultural que estamos acostumbrados a hacer. Mal copiando a Calle 13 puedo decir: “Hay poco dinero, pero hay mucho arte.” ¡Así es que un mundo al revés donde el revés es mejor que el envés existe y nos queda cerca! (Revés y envés en donde vivo, por supuesto). No sé si tengo eso a flor de piel y ahora lo busco en todas partes, pero veo signos de esperanza en nuestro país. Puerto Rico ha empezado su lento pero definitivo camino hacia el empobrecimiento. Nosotros mismos hemos usado el voto para escoger el bloqueo. Bloqueamos a la gente buena y nos agenciamos a los corruptos. Bloqueamos la diversidad y preferimos a los tecnócratas con títulos de universidades bombásticas. Y no sigo, porque todos sabemos lo que hemos hecho. Así es que en nuestra “nueva” condición tal vez podamos girar nuestra mirada hacia otro lugar, tal como lo han hecho creativa y envidiablemente los cubanos. Veo signos de esperanza y hoy sólo hablaré de uno de ellos. El libro que hoy ha presentado la Dra. Hilda Quintana es el producto de un largo e incesante proceso de introspección, estudio y reflexión de esta importante escritora, contadora de cuentos, productora, dramaturga y titiritera que es Tere Marichal. Por su elección, he sido interlocutora o más bien receptora de ese proceso. La palabra justa es receptora, que indica pasividad, porque la energía intelectual de Tere no hay quien la siga. Es desbordante, efusiva, a ratos maravillosamente enloquecedora. No para de pensar y crear. En otro lugar he contado cómo nos conocimos, baste señalar que fue ella la que se comunicó conmigo. Y llegué a su amistad justo en el momento en que los personajes africanos, específicamente el Compay Araña, la habían enredado en esta cruzada de reconstruir una memoria a través de su arte de contadora. Memoria es lo que no tenemos en nuestro país, nos la arrancaron, lo permitimos y hemos seguido en el baile de los locos que empiezan en cero día a día. Vergonzosamente nos lo mostró Tito Román en su documental El Antillano, dolorosamente lo vemos todos aquellos que trabajamos en salones de clases. Con agobio y frustración lo sufrimos en cualquier ocasión, y son muchas y variadas, en que tenemos que argumentar cualquier consecuencia de ese pasado que se borra con cada nuevo día. Luis Felipe Zapata y Javier Suárez comentan que vivimos una época en que “la historia de la humanidad parece alejarse de los recuerdos más profundos de sus archivos históricos, los cuales han sido sustituidos por la información instantánea de recursos como el Internet” (viii). Así es que sea por una cosa o por la otra, o por ambas, Puerto Rico es un país que se borra solo. Esperanzadoramente, la neurociencia, nos dice que el cerebro se reformula, se reacomoda, se realambra. Y hay quien dice que una persona puede colaborar para lograr ese cambio en el cerebro y enfrentar la degeneración de la memoria que produce el Alzheimer. El asunto es ejercitarlo, no resignarse al olvido, activarse en el proceso de recordar cuando la palabra no viene. Se han hecho experimentos implantando recuerdos y se habla de la función prospectiva de la memoria: [la que] forma parte de la movilización de capacidades y procesos mentales - que incluyen el lenguaje, las emociones, la planificación, el control de acciones, la atención y la imaginación y del aprendizaje de experiencias, para generar estrategias de regeneración de resolución de problemas, toma de decisiones y autorregulación para alcanzar metas.” Es pues, “esta nueva idea de la memoria que construye saberes en lugar de almacenar datos de naturaleza lingüística y emotiva” (Kilby 3). Este libro de Tere es esa apuesta a que la memoria se regenera, que ya sabemos que hay remedio, que el diagnóstico no es el fin y que si colaboramos con el proceso, podemos llenar el vacío de nuestra educación. Naturalmente que nada de esto está exento de ser asunto de interpretación cultural porque el libro de Tere es su lectura del pasado. La memoria también está interferida por el “medio social y cultural. En los procesos de selección, interpretación y reconstrucción, los elementos culturales y los interlocutores que nos rodean intervienen constante y determinantemente: nuestras impresiones iniciales están influidas por categorías lingüísticas y paradigmas simbólicos; posteriormente, son filtradas por valores culturales y luego transformadas por la retroalimentación (real e imaginaria) que recibimos en la interacción social” (Kilby 7). El cuento de la tradición oral afropuertorriqueña, “Compay Araña y las habichuelas,” está enmarcado en un contexto imaginado y creado por Marichal. Es ahí donde primordialmente podemos encontrar su labor de científica experimental que busca reimplantarnos memorias. Tere es nuestra madrina Juana Cristina que nos cuenta lo que no vivimos, lo que nadie nos recordó. Pero, también igual que la escuela, la oficialidad y la desidia patéticamente reproducen la dinámica del amo de la hacienda cuya función es borrar, silenciar, sustituir. Y en un libro para niños puertorriqueños que sufren la deseducación, la sustitución y la glorificación de la inmediatez de la información resultan particularmente pertinentes las sugerencias que asocian la memoria con la imaginación, señalando que la última se alimenta de la primera (Vinicio). El marco que le labra Tere al cuento de doña Aurora Texidor es un detente al olvido, que según nos explican “más que una pérdida de la información puede consistir en una incapacidad para acceder a esta información” (Díaz). Nuestros niños ya no tendrán esa incapacidad, gracias a este hermoso e importante libro. La escuela tampoco podrá aducir que no sabía, que nadie le había contado, que no tiene acceso a los materiales, porque Tere ha sacado este cuento de las páginas de los especialistas, de los estantes polvorientos de algunos seminarios donde, gracias a Dios, se encuentran ignorados y les ha puesto la ropa justa para la edad. Juana Cristina le regala el pasado a Chanda, un pasado que le permite reinventarse como niña cimarrona y libre. Pero más aún como niña con historia, niña con legado, niña con familia y en última instancia, niña con referentes para sobrevivir a la esclavitud. Igual que Chanda, nuestros niños deben escuchar nuestras historias, esas son las que deben escuchar y recordar. Harold Scheub señala que el cuento, “es un medio importante para ganar acceso al pasado, para recordarlo, para evaluarlo. Al ofrecerle una ventana al pasado, los cuentos se convierten en espejos, un medio importante para tener acceso al pasado que se convierte en un espejo de la cultura de las personas” (citado en Mushengyezi xxviii). Y como un espejo muestra la realidad, Tere truena contra el ñeñeñé de nuestro acercamiento a los niños, es una adalid de la verdad sin tapujos, sin adornos. Su dinámica con nuestros niños me confirma que coincide con Scheub en la apreciación de que los cuentos son “medios a través de los cuales las personas hacen las paces con sus vidas, sus pasados; una manera de entender sus relaciones dentro del contexto de sus culturas” (Mushengyezi xix). Hacer las paces con nuestra vida significa aceptar que nuestra historia de pueblo pobre está saliendo debajo de la costra de la historia ajena que nos hizo percibirnos como pueblo rico. Por eso, nuestros niños deben escuchar cuentos donde el hambre existe, donde la gente trata de imaginarse una vida con mejor alimentación. Porque una historia de necesidad no es para ocultarla. Nuestros niños deben aprender que la gente sobrevive, que la gente tiene recursos y que la gente fuerte que vino antes que nosotros, sabiéndose familia de gente con agallas, dignidad e imaginación, fue la que nos legó el sueño de ser libres. Es un saber que les construirá esa memoria. Se dice en inglés que el diablo está en los detalles. El pensamiento crítico, la sabiduría, el bien, el amor y el patriotismo, también. Tere rinde homenaje a doña Aurora Texidor, narradora oral de Guayama a quienes conocimos Aixa Pérez Sotomayor y yo en 1979. Doña Aurora nos legó su memoria, ella nos introdujo a este personaje africano. Gracias a ella aprendí, como Chanda, que provenía de una familia que contaba los cuentos de Araña y que como todos, aunque muchos no lo sepan, estoy enredada en su telaraña de cuentos. Este libro me recuerda que la necesidad no siempre es mala, que con recursos de imaginación y con certeza de quién se es, la belleza florece, la vida se transforma, el alma se libera y no hay bloqueo que pueda contigo. ¿No es esa una útil definición del arte? ¿O será que Tere nos está construyendo un revés más lindo que el envés? Trabajos citados Díaz, Rafael Bello y Vilma Quírico Pagán. «Neurociencias y Psicobiología de la Memoria.» 30 de julio de 2012. http://noticias.universia.com.do/en-portada/noticia/2012/07/30/954568/neurociencias-psicobiologia-memoria.html. WEB. 9 de marzo de 2015. Kilby, Cristina D' alton et al. «La memoria y el lenguaje en los procesos de aprendizaje: Aportes desde las ciencias cognitivas.» s.d. de s.m. de 2012. http://www.estadonacion.or.cr/files/biblioteca_virtual/educacion/004/Dalton-et-al-memoria-y-lenguaje.pdf. PDF. 9 de marzo de 2015. Mushengyezi, Aaron. Oral Literature for Children. Amsterdan, New York: Editions Rodopi B.V., 2013. Impreso. Suárez, Javier y Luis Felipe Zapata. «La memoria: un acercamiento entre Aristóteles y la neurociencia.» Psicología desde el Caribe (2006): vii-xi. impreso. Vinicio, Ramón. «Neurocientíficos descubren diferencia entre la memoria y la imaginación.» 28 de enero de 2015. http://vinicioramon.blogspot.com/2015/01/neurocientificos-descubren-diferencia.html. WEB. 9 de marzo de 2015.
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Tere Marichal y su nuevo libro infantil "Chanda Candela te cuenta Compay Araña y las habichuelas"27/5/2015 Escrito por la Dra. Hilda Quintana para la presentación del libro el 2 de mayo del 2015 en el Museo de las Américas. La Dra. Quintana es la Directora de la Cátedra UNESCO para el Mejoramiento de la Lectura y la Escritura, Sede de Puerto Rico. Es profesora del Recinto Metro de la Universidad Interamericana. El libro escrito e ilustrado por Tere Marichal, esta polifacética escritora, ilustradora, dramaturga, cuentera y narradora puertorriqueña, Chanda Candela te cuenta Compay Araña y las habichuelas presenta al personaje de María Petra, mejor conocida como Chanda Candela, una afropuertorriqueña nacida en 1844 en una hacienda de caña en nuestra isla de madre africana, específicamente de la tribu de los Ashanti. Será ella quien, a la manera de los narradores orales, nos cuente el cuento del Compay Araña y las habichuelas y a su vez inicie la transmisión de la tradición oral africana a las próximas generaciones, tal y como lo hizo su madre con ella. Desde que Chanda Candela nació su madre acostumbraba a cantarle y contarle un cuento de la araña Anansi, pues consideraba que lo primero que debía escuchar la niña era la sabiduría de su tribu los Ashanti. Sabiduría que recibe además a través de la lengua de los ancestros. Precisamente lo presentado previamente es algo importante que hay que destacar de este cuento. El mismo tiene una característica que muy pocos cuentos infantiles tienen: la historia del Compay Araña está contada por una narradora. Desde su portada el libro nos introduce al mundo de la tradición oral: Chanda Candela te cuenta… Es decir, vamos a leer/escuchar un cuento, un cuento “de boca” de una cuentera que ha bebido de la tradición oral africana. Tenemos una historia dentro de la otra: la historia de Chanda Candela y la del Compay Araña y las habichuelas. De hecho, es la historia de Chanda Candela la que nos ubica en tiempo y espacio. Es la que nos invita a conocer y transmitir las tradiciones africanas, tal y como lo hizo su madre con ella. Por eso, comparte con nosotros el cuento o la historia de Compay Araña. Desde la portada nos confrontamos con los dos personajes: Chanda Candela y el Compay Araña. Desde las primeras páginas donde aparecen los créditos y la dedicatoria, a manera de guardas, vemos las aguas de nuestros mares por donde nos llegó Anansi, la araña que luego de su llegada a nuestras tierras cambió su nombre por el del Compay Araña. En esas primeras páginas hay una dedicatoria muy importante porque nos revela cómo llega hasta nuestros días la herencia del Compay Araña y las personas que de alguna manera lo han hecho posible. Dice así: A Aurora Texidor, por conservar en su memoria la rica herencia del Compay Araña y presentarla generosamente a Julia Cristina Ortiz Lugo y a Aixa Pérez Sotomayor. A mi querida amiga y maestra Julia Cristina Ortiz Lugo, gracias por proteger, dar a conocer el folclore de nuestra patria y rescatar a Compay Araña del olvido. ¡Anansi vive! ¡Compay Araña vive! Es importante e interesante cómo Marichal logra una nueva versión de este cuento folclórico al incorporarlo a la historia de la narradora Chanda Candela, quien, como sus antepasados, quiere seguir rindiendo homenaje a las tradiciones orales africanas que viajaron en los barcos negreros al Caribe. Como todos sabemos, los esclavos africanos que llegaron a nuestras tierras trajeron consigo sus costumbres y tradiciones. Chanda Candela nos exhorta a estar conectados a la “telaraña de cuentos” africanos que son parte importante de nuestra herencia africana. El cuento del Compay Araña y las habichuelas que nos cuenta Chanda presenta de forma divertida y alegre cómo un día Compay Araña, se levanta un día con deseos de no comer el consabido arroz con habichuelas de todos los días y dejarse llevar por el sueño que ha tenido de comerse un rico lechón a la varita. Aunque hace todas las diligencias para conseguir un cerdito y hacer su sueño realidad, el cerdito se le escapa y no le queda más remedio que comerse el arroz y las habichuelas que había despreciado y que groseramente había botado. El cuento de Compay Araña y las habichuelas encierra una enseñanza que está basada en un proverbio africano: La más sabrosa de todas las comidas es la que te sirvieron cuando tenías hambre. También vemos cómo con mucha maña una araña, un animal tan pequeñito, casi logra llevarse a un cerdo a su casa si no es porque se le resbala en el río. Además de las historias presentes en este cuento, es importante destacar que estamos frente a un libro que da vida a su historia con ilustraciones que complementan o apoyan el texto. En otras palabras, texto e imagen no se presentan como discursos separados o contrapuestos. Las imágenes son un soporte del texto escrito que es el que nos cuenta la historia de Compay araña y las habichuelas en boca de Chanda Candela. Las ilustraciones presentan con verosimilitud la historia, pues representan fielmente la época, el paisaje y los elementos de la cultura afropuertorriqueña presentes en este cuento. Son imágenes vívidas y no siempre están acompañadas por el texto, por eso su importancia en este cuento. En ocasiones se destaca más la imagen y en otras el texto. Todas nos invitan a seguir la historia de Chanda Candela y la de Compay Araña. También llama la atención los colores cálidos del trópico donde se desarrolla la obra. También es importante celebrar que este cuento, que se ha narrado en tantas ocasiones en plazas públicas y bibliotecas a tantos niños y niñas, se convierte hoy en un libro al alcance de todos para que siempre recuerden que Compay Araña o Anansi está vivito y coleando y que Chanda Candela quiere que nunca lo olvidemos. Porque en palabras de Chanda Candela: “cada vez que cantamos, bailamos y contamos los cuentos de Anansi, revivimos a nuestros antepasados que nacieron, crecieron que vivieron en África” (p. 11). Además de celebrar el libro, tenemos que agradecerle a Tere Marichal por hacerlo posible. Estoy segura de que Chanda Candela va a continuar contándonos cuentos de la tradición afropuertorriqueña para deleite y disfrute de grandes y chicos y para que no nos olvidemos de que Anansi vive. Por: Julia Cristina Ortiz Lugo
Otra vez hay que defender lo que en otros países ni se plantea que sea motivo de discusión: la educación pública. Cuando tenemos un problema tras otro, decimos en Puerto Rico que “es como los paños de malva, uno quitao y otro puesto.” Así es la cosa con este asunto, cuando creemos que la Universidad está a salvo y tranquila, alguien asoma con el cuchillo en la boca. Miradero se une a esta defensa y a la campaña #ProductoUPR*. Campaña que debimos haber empezado hace tiempo, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Tres del equipo editorial de Miradero le debemos nuestra formación al Recinto Universitario de Mayagüez. Yo, Julia Cristina Ortiz Lugo, tengo mi bachillerato y mi maestría del Departamento de Estudios Hispánicos, lugar donde trabajo hace más de dos décadas. En el bachillerato y en la maestría fui discípula de la importante estudiosa de la literatura puertorriqueña, María M. Solá (a quien siempre le oí decir que le debía todo lo que era a la universidad pública, no a Harvard, donde estudió también, por cierto). Maggie Solá me convirtió en ciudadana de este país. Por lo que aprendí en su clase, desarrollé plena conciencia de que mi lugar estaba en este país. Por eso, tras un breve periodo en Nueva Orleáns para hacer mi doctorado, regresé a devolver a mi país lo que le debía. Las clases de literatura, las mismas que para tanta gente no sirven para nada, me convirtieron en la ciudadana puertorriqueña que soy hoy. Tengo cosas para contar de mi vida profesional, y como es lo que esta campaña mayormente busca, lo haré; pero para mí, la aportación más fundamental de la universidad pública es la construcción de nuestra ciudadanía, porque es eso lo que permite que las profesiones que obtenemos se pongan al servicio de nuestro país, es decir, que recobremos la inversión de tanta gente trabajadora que lo hace apostando a que sus hijos e hijas podrán convertirse en profesionales también. Sé lo que es ser parte de la primera generación familiar que obtuvo un grado universitario. Todos los miembros de mi familia que pertenecen a ella son producto de la universidad pública. En Tulane me di cuenta de lo sólida que había sido mi formación, lo mucho que trabajé para obtener ese grado de maestría, por ejemplo. Descubrí que mi tesis de maestría, en realidad había sido una tesis doctoral. No exagero al decir que trabajé más, que aporté más a mi país, que aprendí más y que crecí más como profesional, escribiendo esa tesis, que fue mi primer ejercicio largo de investigación, que con la disertación doctoral. Esa investigación me convirtió en lo que he sido después: una estudiosa de la narrativa folclórica afropuertorriqueña, mayormente. Mi tesis de maestría se convirtió en el único libro que existe en Puerto Rico sobre ese tema: De arañas, conejos y tortugas. Presencia de África en el cuento folclórico puertorriqueño. Esa investigación publicó en nuestro país, narraciones orales que se grabaron en un estudio de campo y consignó las relaciones entre esos cuentos puertorriqueños y la narrativa africana y afroamericana. Con lo que se puntualizó que también por esa vía estamos ligados a África. Presentó a Puerto Rico la pervivencia de tres personajes clásicos de la narrativa oral que trajeron los esclavos: la araña, el conejo y la tortuga. Trabajé ese tema bajo la dirección del distinguido investigador puertorriqueño, Manuel Álvarez Nazario, lingüista reconocido internacionalmente, cuyas investigaciones son punto de partida obligada en el estudio de los estudios del español de América. Manuel Álvarez Nazario a través de su vida profesional en el RUM nos legó la descripción, la diagramación y la consignación del dialecto puertorriqueño. Al decir del reconocido lingüista Luis Ortiz López, MAN “se ha ubicado entre los grandes dialectólogos del mundo hispánico moderno.” Mi segundo libro sobre el tema de la narrativa oral afropuertorriqueña: Saben más que las Arañas. Ensayos sobre narrativa oral afropuertorriqueña muestra un pueblo resistente, astuto y sagaz que supo comunicarse a través de la oralidad de los cuentos. Toda esa experiencia me orientó definitivamente hacia el aprecio, el estudio y la colaboración con y la formación de otr@s en temas de folclor. Así es que esa oportunidad única me la dio mi universidad pública. Me construí como investigadora, ciudadana y eventualmente profesora al calor y la amistad de dos pilares de la investigación y el estudio académico en Puerto Rico. Y todo esto enmarcado en el hecho de que mi universidad pública me pagó todos mis estudios; bachillerato con matrícula de honor y maestría con Ayudantía Graduada. Las personas que confiaron en mí, pero sobre todo en la educación que tenía, me dieron la definitiva oportunidad de aportar al desarrollo de otras generaciones, nuevamente, a través de la universidad pública nacional. Mi vida como profesora de este Recinto me permitió abrir otra vía para crecer intelectualmente. Me he dedicado especialmente al trabajo con el estudiantado de primer año, porque creo que si tienes un buen comienzo, no pierdes tiempo y tu desarrollo lúcido comienza mucho antes. Necesitamos gente joven luminosa. Por el estudiantado de primer año me he hecho estudiante de redacción y lectura. El producto de largos años de trabajo, reflexión, experimentación han dado su fruto visible en las siguientes publicaciones de libros: dos ediciones de Leer para escribir. Antología para practicar los procesos de la lectura y la escritura (en colaboración con Elsa R. Arroyo, quien tiene una historia parecida a la mía en relación a la universidad pública); Explícame lo que piensas y escribirás mejores monografías, artículos y propuestas (en colaboración con Elsa R. Arroyo); Leer, escribir, pensar y cuestionar. Curso superior de lectura y escritura (en colaboración con José Raúl Feliciano Rivera); y en prensa: Por la ruta de Julia. Práctica de las destrezas de lengua (en colaboración con Carmen Rivera Villegas y Rocío Luque Colautti). Me gusta pensar que a través de la lectura y la escritura ayudo a la juventud puertorriqueña a leer entre líneas, a hacerse otras preguntas para encontrar otras respuestas, a comunicarse y a descifrar lo que otr@s escriben, en otras palabras, como dice el investigador chileno Giovanni Parodi, enseñarlos a ser buenos comprendedores. ¿No es eso lo imprescindible para ser un/a buen/a ciudadano/a para nuestro país? No sería quien soy si no hubiera estudiado en mi universidad nacional pública, no podría formar a otr@s con la pertinencia y la urgencia que lo hago si no hubiera tenido la oportunidad que tuve y si no enseñara en mi universidad nacional pública. No tendría la ocasión de semestre tras semestre sentir que cumplo con los sueños de l@s contribuyentes de nuestro país si no existiera mi universidad nacional pública. A la verdad, soy hecha en Puerto Rico, he contribuido a que otr@s también sean hechos en Puerto Rico y pretendo que esta hermosa cadena de ciudadan@s hechos en Puerto Rico no termine por la inconsciencia de algunos que NO están hechos en Puerto Rico o al menos ¡no se comportan como tal! * De acuerdo con las objeciones al hashtag que subrayan que la educación no debe enfocarse como un producto. Muchas y grandes complicaciones ha traído a la educación ese concepto. |
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