Ciertas tradiciones que han rodeado mi vida obtienen su base del lado paterno de mi madre. Mi madre me tuvo a los diecisiete años. Tener una madre joven tiene varias implicaciones. Una de ellas ha sido el regalo de conocer a cuatro generaciones de mi familia. Este contacto en mi niñez me permitió experimentar con unas tradiciones formativas que definieron a mis abuelos, sus padres, y sus abuelos. Aunque en varias ocasiones he podido participar de tradiciones que se alinean a mis gustos, tal como la cocina, hay otras que me angustian, tal como es el viaje de caza de los Sevillas. Sevilla, es mi segundo apellido, y de acuerdo a mi parentesco era el apellido y nombre obsequiado a la guardia de familia real de España. Es importante mencionar esto, porque mi abuelo explica el hecho de realizar este viaje como herencia de la masculinidad y misión que le dio casco a el trayecto que enmarca el hombre Sevilla. Originalmente el punto del viaje, de acuerdo a mi bisabuelo, era contar y unir la historias de los Sevillas pasado con los Sevillas de hoy, creando una línea de tiempo que celebre las victorias que estructuran los logros familiares. Hoy día mi abuelo lo observa más como un peregrinaje, una aventura para exponer y expandir la masculinidad en situaciones de peligro tal como es la caza. Todos los años, se reúne equipo de campamento y ollas de hierro para poder revivir la experiencia de sobrevivir sin la comodidad que ofrece la modernidad. A veces se celebra en las reservas de caza de Argentina, y recientemente cazando iguanas en una finca las fincas de mi abuelo. En esencia, el viaje consta de los cuentos de mi abuelo, un detalle que valoro, y la caza y consumo de varios animales. Sin embargo, siendo un hombre abiertamente homosexual, siempre me incomodado la construcción de masculinísimo que define el evento. Al igual que hay narraciones que valor genuino y apreciación de la historia que ha seguido mi familia, también se trata de hablar conquistas femeninas. Para mí personalmente, el acto de cazar comida y luego discutir la conquista de mujeres siempre me ha incomodado. Ciertamente hay narraciones que se acercan demasiado a la experiencia de colonialismo que define mi País, pero más aún, porque soy el único de tez oscura en mi familia a la vez que soy el único homosexual. Al encontrarme en la intersección de estas identidades adopto cualidades femeninas en mi carácter y forma de pensar que me hacen cuestionar si mi participación en estos eventos, familiares o no, fomentan ideologías que yo actualmente busco derrumbar, tal como la sumisión institucional de la mujer. Claro está, mi abuelo es un hombre gentil y de respeto, pero la construcción de esta tradición tiene en sus coyunturas la opresión y sumisión de animales, sumisión que para mi representan una necesidad de experimentar micro-agresiones de dominio sobre algo, al igual que sus antepasados. Si fuera sustituir esta tradición lo haría con algo más inclusivo, algo que celebrara la cultura española en un ámbito más elevado y más uniforme. Recientemente había pensando en organizar una noche de flamenco y cocina. Un evento en donde los pequeños puedan participar de cocina tradicional, los adultos puedan participar de vino y gastronomía, y todos/as puedan participar de la práctica de flamenco. En sí, un evento que sea inclusivo, balanceado, y respetuoso a la evolución de nuestra herencia. por C. Sevilla foto creative commons mohamed_hassan
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December 2020
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